miércoles, 1 de septiembre de 2010

La espina en la flor, primera parte

La celebración del II Certamen Internacional de Poesía Festival de la Lira realizado en noviembre de 2009 en Cuenca-Ecuador fue ocasión propicia para conocer en persona a algunos de los poetas centrales de la escena hispanoamericana de las últimas décadas y constituyó una oportunidad inmejorable para renovar lazos de amistad con otros escritores ecuatorianos y latinoamericanos. Pero quizás lo más importante de aquel encuentro fue el descubrimiento de varios nombres hasta entonces apenas vislumbrados en antologías o referencias indirectas de la prensa, los blogs… Uno de esos casos fue el del poeta mexicano Mario Bojórquez (Los Mochis, Sinaloa-México, 1968). Gracias a él pude acercarme con mayor profundidad a la obra de otros coetáneos suyos que constan en la antología titulada La espina en la flor. Muestra de Poesía Mexicana Actual (Concepción-Chile, Ediciones LAR, 2009), que será motivo central de las próximas entradas de esta bitácora de lecturas.

El título de esta muestra de autores mexicanos propone un modo de lectura que se ha generalizado los últimos años en el continente. La mayor parte de recopilaciones de flores poéticas no pretenden abarcar una totalidad histórica a partir de nociones generacionales. Antes bien, reflejan cercanías geográfico-regionales y, sobre todo, afinidades estéticas que tienden a superar las barreras de las nacionalidades. Indagar sobre el origen de esta tendencia me llevaría muy lejos. No es mi propósito sentar cátedra sobre esta centenaria tradición de realizar muestreos y colecciones, sea con el ánimo de recoger el espíritu de una época o con la intención de marcar hitos y fijar cánones. Apenas señalo un hecho: a semejanza de los grupos de vanguardia de inicios del siglo XX, y ante la multitud de incontables autores salidos de universidades y talleres literarios, los últimos poetas latinoamericanos tienden a reunirse en cofradías de diversa índole con el fin de pintarse en el mapa y proponerse como presencias relevantes (grupos culturales, editoriales independientes, etc) también frente a la vorágine del mercado editorial.

El éxito desigual y polémico de esta manera de “manifestarse” afecta directamente a los lectores y, de vez en cuando, los lectores más exigentes (y prejuiciosos, en el sentido didáctico de la palabra) salimos beneficiados. La espina en la flor es un caso paradigmático. El libro muestra un panorama generoso de la obra de cuatro autores recientes de México: Mario Bojórquez, Álvaro Solís, Jair Cortés y Alí Calderón. Debo anotar que, de entrada, una de las características más interesantes del libro es que fue editado por el sello chileno LAR, dirigido por Omar Lara. Esto ya habla de la naturalidad transnacional con la que circulan los autores que se saben o pretenden mayores que su localidad, desde la irrupción del Modernismo poético en el siglo XIX. Esto no quiere decir, necesariamente, que con ánimos “universalistas” desplacen de su obra los elementos vernáculos de su identidad. Más bien tienden a integrarlos como puntos movilizadores de su discurso antes que como cimientos fijos. Raro es el caso de autores que persistan en folclorismos localistas o chauvinismos a ultranza.

Parte de esa construcción de identidades líquidas y portuarias a través de los espacios imaginarios de la literatura se expresan con fuerza en los poetas de La espina en la flor. En ello radica su marginalidad, antes que en el estado de su recepción que, como se deduce del origen editorial del libro, responde al intercambio transnacional, sutil pero intenso entre muchos recientes autores hispanoamericanos. Hablar de las particularidades de su lugar de enunciación requiere de mayores detalles. Me basta aquí con brindar a los lectores la evidencia de los poemas que, a fin de cuentas, son las únicas pruebas irrebatibles a favor o en contra de las hipótesis que he anotado hasta aquí. Empiezo por el primero de la lista, el maestro Mario Bojórquez. Transcribo un texto que me atrevo a calificar de híbrido, mestizo y transicional, con el ánimo de evitar dicotomías perversas y simplistas (como las de localismo versus universalismo).

Ahora es Halloween la teenager witch
   se ha puesto aretes en los pezones
y toma XX lager
El Dj You and me baby / Ain’t nothing but
   mammals / So let’s do it like they
   do / On the discovery channel
Las muchachas bailan junto a las mesas,
   los chicos fuman puros y hablan
   de futbol
Yo estoy en la barra recargado sobre
   el platito de los cacahuates
Entre el estruendo de música y botellas
   me llega un para nada también un no
   inventes
Ella está rubia y tobillos percherones,
   su cuñado a cuadro y su hermana y su
   primo, a todo esto, ella también es sobrina
   de la tía
En overshoulder me saluda un ingeniero camisita a
   cuadros que se parece al padre Amway
Doy un paneo y caigo en extrashot sobre
   la pulserita
Cuando en el memorial hospital de
   chulavista freeway 8
Yo en el cine Isabel todo manos tremantes
   sobre la Maricruz
Apenas nos llevamos quince años y yo
   prefiero Pacífico de media

La versatilidad de este texto tiene que ver con la mistura de estilos discursivos (entre el fluir de conciencia y el estilo indirecto libre provenientes de la narrativa de vanguardia) y la integración de diversos registros semánticos: diatópicos (variedad dialectal e incluso idiomática), diafásicos (léxicos “líricos” y “coloquiales” junto a otros de orden “técnico”) y diastráticos (expresiones de “alta” y “baja” culturas). El arresto de Bojórquez por desmentir el carácter supuestamente monológico de la poesía recuerda también que la polifonía es una propiedad de la lírica contemporánea, al menos de aquella parte que cuestiona los límites rígidos de los géneros literarios tradicionales. Recupera, sin embargo, la noción de que la poesía lírica es ante todo un discurso basado en estructuras lógicas reiterativas (rítmico-morfológicas o semántico-sintácticas) antes que progresivas (más idóneas para la narrativa). Aquellos que dicen que el género lírico no cambia a diferencia de la novela o el ensayo se equivocan. Basta con que cambie nuestra percepción acerca de ellos, para que nuevas nociones genéricas dinamicen la tradición. He ahí la espina de la flor: la poesía contemporánea restituye y celebra, sí, pero de preferencia mediante la crítica y la puesta en duda de su propia identidad como realidad estética. Bojórquez lo sabe bien y lo aprovecha con pericia.

Mario Bojórquez (Los Mochis, Sinaloa-México, 1962). Ha publicado los libros: Pájaros sueltos (1990), Contradanza de pie y de barro (1996), Diván de Mouraria (1999), Pretzels (2005) y El deseo postergado (2007), entre otros. Ha recibido varios premios nacionales de poesía en su país, entre los que destaca el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (2007). Se desempeña como editor y profesor de retórica, y es director general del Encuentro Iberoamericano de Poesía Ciudad de México.

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